“Dios perdona siempre, los hombres algunas veces, la naturaleza nunca”
Tengo pendiente el compromiso de
hablar de San Francisco de Asís en este blog y lo voy a cumplir hoy,
cuando estamos cerca de la Epifanía y del recuerdo de la Navidad en Greccio,
donde el Santo festejó en 1223 el nacimiento de Jesucristo de forma que la
celebración se asemejara lo más posible a la natividad de Jesús,
y montó un pesebre con animales y heno.
Aunque algunos sostienen que
la creación del pesebre es anterior a Francisco, fue sin dudas él quien
popularizó el Nacimiento o escena
del nacimiento de Jesús. Al entrar a rezar en la ermita de Greccio en la
Navidad de 1223, Francisco sintió el deseo de representar en vivo el nacimiento
del Niño Jesús, y ese hecho fue decisivo en la universalización de esa
tradición. En 1986, a petición de las asociaciones belenistas de todo el mundo,
el Papa Juan Pablo II proclamó patrono universal del "Belenismo" a
San Francisco de Asís.
Francisco de
Asís (en
italiano Francesco d’Assisi, nacido
Giovanni di Pietro Bernardone) (
Asís,
1181/
1182–
ibídem,
3 de octubre de
1226),
santo italiano, que
fue
diácono,
fundador de la
Orden Franciscana, de una
segunda orden conocida
como Hermanas Clarisas y una tercera conocida como tercera orden seglar, todas
surgidas bajo la autoridad de la
Iglesia católica en la
Edad Media.
De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir
bajo la más estricta pobreza y observancia de los
Evangelios.
Sin duda predicó con el ejemplo y se aplicó así mismo su
propia recomendación: Recuerda que cuando
abandones esta tierra, no podrás llevarte contigo nada de lo que has recibido,
sólo lo que has dado.
San Francisco de Asís ha
quedado como aquél que, en su espíritu de pobreza y desprendimiento,
probablemente más se pareció a Jesús en la historia de la cristiandad. Pero de
todas las facetas del «Pobre de Asís», la que interesa a este blog es la de su
amor a los animales.
A menudo se representa a San
Francisco rodeado de pájaros y otros animales, porque éstos eran sus
amigos. El veía la presencia de Dios en la naturaleza y por eso
sentía un gran amor y respeto por todas las criaturas. Todas las cosas creadas,
decía, son nuestros hermanos y hermanas porque todos tenemos el mismo Padre.
Traigo un recorte del capítulo
XXI de las Florecillas de San Francisco, el titulado Cómo San Francisco amansó, por virtud
divina, un lobo ferocísimo
“Escuchad,
hermanos míos: el hermano lobo, que está aquí ante vosotros, me ha prometido y
dado su fe de hacer paces con vosotros y de no dañaros en adelante en cosa
alguna si vosotros os comprometéis a darle cada día lo que necesita. Yo salgo fiador
por él de que cumplirá fielmente por su parte el acuerdo de paz.
Entonces,
todo el pueblo, a una voz, prometió alimentarlo continuamente. Y San Francisco
dijo al lobo delante de todos:
-- Y tú,
hermano lobo, ¿me prometes cumplir para con ellos el acuerdo de paz, es decir,
que no harás daño ni a los hombres, ni a los animales, ni a criatura alguna?
El lobo se
arrodilló y bajó la cabeza, manifestando con gestos mansos del cuerpo, de la
cola y de las orejas, en la forma que podía, su voluntad de cumplir todas las
condiciones del acuerdo. Añadió San Francisco:
-- Hermano
lobo, quiero que así como me has dado fe de esta promesa fuera de las puertas
de la ciudad, vuelvas ahora a darme fe delante de todo el pueblo de que yo no
quedaré engañado en la palabra que he dado en nombre tuyo.
Entonces, el
lobo, alzando la pata derecha, la puso en la mano de San Francisco.”
El
primer y más fiel defensor de la ecología fue San Francisco de Asís, quien nos
enseñó cuán importante es el respeto a la vida que ha venido de Dios mismo. Es
el santo patrón del medio ambiente, ecología y de los animales, los últimos años
de la vida de San Francisco de Asís no sólo fueron de un intachable modelo de
devoción religiosa, sino un ejemplar sentimiento a la existencia en la
Tierra. Él era amigo del hombre y de la bestia, admirador del sol y la
naturaleza y un pacifista en todo el sentido de la palabra. Se dedicó a servir
y ayudar no solo a sus semejantes, sino también a todos los seres vivos y a
todos los animales, a los que consideraba hijos de Dios y llamaba
"hermanos", se dirigía a ellos y era escuchado por estas criaturas.
Él estaba profundamente comprometido con el
bienestar del medio ambiente y de toda la creación, a manera de un iniciante
pionero nunca antes visto. Constantemente recomendaba encarecidamente a la
personas mostrar respeto, humildad y amor hacia los demás miembros seres vivos
del planeta.
El Papa Francisco eligió
este nombre en honor a san Francisco de Asís el 13 de marzo de 2013. Momentos
después de ser elegido Papa y antes de salir al Balcón de la Basílica de San
Pedro, el Arzobispo argentino pidió ser llamado Francisco, el hijo de un rico
comerciante que decidió servir a Dios y vivir bajo la más estricta pobreza y
observancia de los Evangelios.
Conocido por su humildad, su preocupación por los pobres,
marginados y sufrientes de distinta extracción, y su compromiso de diálogo con
personas de diferentes orígenes y credos, Francisco mostró una variedad
de gestos pastorales indicativos de sencillez,
entre los que se incluyen su decisión de residir en la casa de huéspedes del
Vaticano en lugar de la residencia papal usada por sus antecesores desde 1903.
Al poco tiempo de su elección, en al año 2013 la revista Time lo consideró una
de las cien
personas más influyentes, incluyéndolo en el grupo de los «líderes»,
y meses más tarde lo nombró «persona del
año» 2013.
Y no es casualidad que el
papa Francisco ha querido que su primera encíclica propia –la anterior había
sido escrita en su mayor parte por Benedicto XVI— se convierta en una defensa
apasionada de la ecología. Según fuentes del Vaticano, la encíclica en la que
Jorge Mario Bergoglio y un significativo grupo de asesores –entre los que
destacan el cardenal ghanés Peter Turkson y los teólogos argentinos Carlos
María Galli y Víctor Manuel Fernández-- llevan trabajando desde otoño de 2013
está ya prácticamente lista e incluso podría publicarse a lo largo del mes de
enero de 2015. El Papa nunca ha ocultado su enorme preocupación ante el que
considera uno de los más grandes desafíos de la humanidad, “la custodia de la
creación y la ecología”.
Ya
en la primera misa de inauguración del pontificado, el 19 de marzo de 2013,
subrayó la importancia de “custodiar la naturaleza”. Dijo entonces que
Francisco de Asís, en cuyo nombre y mensaje quiere inspirar su papado,
representa el modelo de vida austero, respetuoso con la creación, tan lejano a
la actual “cultura del descarte”, por culpa de la cual en unos países se
derrochan de forma caprichosa alimentos y recursos naturales mientras en otras
latitudes millones de personas mueren de hambre. Sólo cuidando la naturaleza,
advirtió el Papa, es posible también “custodiar a la gente, preocuparse por
todos, especialmente por los niños, los ancianos, los más frágiles”.
Han
sido muchas desde aquel día las referencias de Francisco a la protección de la
naturaleza, tanto a lo largo de sus viajes como en las audiencias en la plaza
de San Pedro.
El
pasado mes de mayo, ante unos 100.000 peregrinos llegados de todo el mundo,
Bergoglio advirtió: “La naturaleza no es
una propiedad de la que podamos abusar a nuestro antojo, ni mucho menos es la
propiedad de unos pocos, sino un don de todos, que debemos custodiar. Si
destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros. ¡Nunca lo
olvidéis!”. El Papa ha sacado a colación en varias ocasiones un dicho
popular: “Dios perdona siempre, los
hombres algunas veces, la naturaleza nunca”.
San Francisco de Asís decía: “Empieza haciendo lo necesario, continúa haciendo lo posible; y de
repente estarás haciendo lo imposible”.
No le toca al Papa Francisco enfrentarse a un lobo sino a
varios lobbies. De hecho ya tiene
camino recorrido respecto de lo que es necesario y posible. La Encíclica, que
podría llevar el título de “La Ecología de la Humanidad”, nos dirá a que retos-lobbies imposibles deberá amansar.
Fuentes:
Diario el País (La Ley Sinde y la
Tasa Google impiden poner link)